Pese a que su nombre es Sa Torre des Cap (La Torre del Cabo), no está situada exactamente en éste, lugar que en cambio sí ocupa el faro del mismo nombre. Aun así no deja de ser impresionante su emplazamiento; sobre un acantilado abierto al sureste, dominando la entrada al golfo que constituye la costa sur de la isla.
Cuando la mirada se pierde hacia el mar frente a la Torre es imposible olvidar el casi imperceptible runrún que nos cuenta que allá lejos, tras el horizonte, tan sorprendentemente cercano y tan tristemente lejano a un tiempo, se alza la costa de otro continente. La costa de la Barbaría, deformación o tergiversación de Berbería, la tierra de los bereberes.
Se trata de un edificio de planta circular, de dos alturas, con recios y gruesos muros que alcanzaban mas de dos metros de espesor en la parte inferior. Se accedía por una pequeña puerta situada en el piso superior, alcanzable mediante una escalera móvil. La planta inferior era destinada al almacenaje de provisiones y polvorín, mientras que la superior contenía los aposentos de los centinelas. Sobre el techo había una terraza parapetada que servía como atalaya y en la que se ubicaba un cañón y un matacán desde el que se podía defender la entrada de la torre en caso de ataque o asedio, los restos del cual aun son visibles.
Esquema de torre defensiva mediterránea, en este caso la Torre des Savinar (Ibiza). Dibujo de
Paul R. Davis (2009) extraído de su obra "Ibiza y Formentera. El legado histórico".
Paul R. Davis (2009) extraído de su obra "Ibiza y Formentera. El legado histórico".
Durante mas de medio siglo la torre, que es mucho mas joven de lo que parece pues data de la década de 1760, se constituyó en la primera atalaya desde la que se espiaba la funesta llegada de los famosos piratas berberiscos desde el sur, desde Argel, así como las no menos peligrosas incursiones de la flota británica. Y pese a su escaso tamaño, era (junto a las demás de su tipo por todo el Mediterráneo) todo un ejemplo de fortaleza defensiva; se cuenta que, en 1794, dos barcos de guerra ingleses bombardearon durante días la torre de Cape Mortella, en Córcega, sin causarle prácticamente daño alguno reseñable ni bajas o heridos entre los 30 soldados que la defendían.
Hoy la Torre des Cap descansa abandonada guardando la República de las Gaviotas y la alegre Comuna de las Sargantanas, en el páramo rocoso achicharrado por el sol que quedó tras la deforestación de toda la zona del Cap de Barbaría en aras de la ganadería ovina y caprina. Y en su soledad no cuesta imaginar los días eternos y las noches de vigilia de sus centinelas, siempre frente al mar, siempre expectantes, bajo la cortante tramontana o bajo el sol abrasador de julio. O bajo el arco sublime de la Vía Láctea, cuando el tiempo se detenía bajo la bóveda en aquella época que nos parece tan lejana, en la que la contaminación luminosa aun no tenía ni nombre.
Buena toma !
ResponderEliminarYo diría algo más que Frikosal:
ResponderEliminarMuy buena toma!
Además de en el mediterráneo también hay ese tipo de torres en la costa atlántica de Huelva y Cádiz.
Un saludo.
Muchísimas gracias por los piropos. Se hace lo que se puede. Ésta en concreto es, posiblemente, la toma mas meditada y preparada que haya realizado en mi vida (o en realidad la segunda, pero para eso ya habrá tiempo). Y desde luego es el fruto de lo aprendido y una aspiración por lo mucho que queda por aprender, lo que me convierte en deudor de ambos, entre otros.
ResponderEliminarAl fin y al cabo el encuadre podría haber sido mejor si no hubiese dejado la torre tan al extremo. Y sigo sin controlar del todo el excesivo ruido de mi Canon EOS 450D cuando tiro a ISO máxima (1600).
Es un gran motivo esta torre. El Paisaje Astronómico te ha quedado muy bien!
ResponderEliminarPreciosa, he visto muchas de ese tipo en la costa andaluza.La foto impresionante, se ve la vía lactea en su explendor.
ResponderEliminarPreciosa foto. Ya no hay berberiscos, o por lo menos no se embarcan en bajeles armados, pero sigue habiendo piratas, de tierra adentro y de mar afuera. Qué pena que esta espléndida torre no pueda guardarnos de ellos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nuevamente gracias; me siento abrumado.
ResponderEliminarMe ha interesado mucho la aportación de Ars y de Joako acerca de la presencia de este tipo de torres en la costa andaluza: habrá que visitarlas.
Jordi y Friko, ustedes aun me han de enseñar muchas cosas.
Javier, lo que daría yo por ver un bajel berberisco o un javeque bien templado navegando por las aguas de mi isla. Y te contaré un secreto; pese a pasar unas cuantas buenas horas junto a la torre en completa soledad y oscuridad, su presencia nunca me resultó inquietante ni amenazadora. Bien al contrario, era reconfortante. Pero no te olvides que no es la torre la que guarda sinó la voluntad de los que la defienden.
Cuando te animes a venir a Huelva te llevo a todas las "almenaras" que quedan en pie.
ResponderEliminarSerá todo un placer Ercanito.
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