Es uno de los barrios con más sabor e historia de la ciudad de Valencia. Escenario del esfuerzo de tantos pescadores y marineros, del drama de los soldados heridos y enfermos repatriados de las guerras de Cuba o de Marruecos, del arte de Sorolla, de mi infancia ...
La Malvarrosa, El Cabanyal, es el alma de esta ciudad.
Los especuladores quieren llevarse por delante un buen bocado de ese alma, prolongando una gran avenida para que desemboque en el paseo marítimo, atravesando el barrio por su centro. No son solo las casas que derriben (entre ellas algunos edificios de interés histórico, como un antiguo hospital para repatriados de la guerra de Cuba que tuve la oportunidad de visitar junto a unos compañeros hace muchos años mientras investigábamos la historia de la Cruz Roja en Valencia), es también el espíritu del barrio el que está en peligro. Cuando esté concluida la prolongación será una fachada marítima más, como tantas otras de tantas otras ciudades, comercial, turística, aséptica.
De niño aun pude ver las últimas barcas de pesca varadas en la arena, las ultimas redes puestas a secar, los últimos recolectores de tellinas rastrillando los someros fondos de arena. Algún día les contaré de ellos, porque hay mucho que contar. Recuerdo el camino entre las huertas para llegar, los almuerzos bajo la sombrilla, las aguas turbias pero limpias, los paseos por la orilla casi hasta la playa de Alboraya, varios kilómetros al norte. De aquello no queda nada.
Se han ido los últimos pescadores y hace mucho que las arenas no esconden ningún tesoro vivo, ni tellinas ni almejas ni cangrejos ... ni nada. La huerta languidece, el cemento prolifera. Las aguas siguen turbias pero ya no parecen limpias y la antaño dorada arena es ahora un escaqueado de toallas multicolores apretadamente montadas unas sobre otras. Pero Valencia tiene puerto deportivo, tiene Copa América, tiene circuito urbano de Formula 1. Y a solo unos centenares de metros de donde yo jugaba con las conchas; no cabe duda de que la ciudad ha progresado en los últimos treinta años ...
Aun quedan momentos en los que la playa recupera algo de su antiguo carácter. En el invierno la gente pierde interés por la playa y ésta puede recuperar brevemente y en parte su reino. Cuando la prolongación culmine quizás ni entonces la dejarán en paz. Cuando acaben con el Cabanyal y termine de morir la Malvarrosa, ¿tal vez haya llegado el momento de izar velas y partir?
"Háblame, oh Musa, y cuéntame del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado la
sagrada ciudadela de Ilión, conoció las ciudades y el ingenio de innumerables gentes".
Homero, Odisea, Canto I
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Sabes querido amigo, que no son todos los aspectos de la vida o de la realidad en los que coincidimos plenamente. Aunque admiro el lenguaje, el tono poético de esta entrada, no comparto contigo que este sea el fin del Cabanyal o que termine ahora de morir la Malvarrosa. Evidentemente, el tema se ha politizado, y posicionarse a favor o en contra de la ampliación equivale a estar con el ayuntamiento o con la oposición en Valencia, pero qué se le va a hacer...
ResponderEliminarEvidencias: 1. Unos y otros han desatendido el barrio y lo han dejado languidecer, pero sobre todo, como hicieron con la ciudad entera, estos últimos que ahora pretenden "salvarlo". 2. Unos y otros quieren reformas en él que paren la definitiva ruina y degradación del barrio. 3. El plan urbanístico del Cabanyal cumple con las exigencias de la ley de Patrimonio y ha sido avalado por el TSJ. 4. El barrio, originalmente un poblado pesquero, ha acabado conectándose físicamente con la ciudad.
Por todas estas evidencias y por el simple paso del tiempo, unido al abandono de muchas viviendas, quizá sea irremisible que parte de él deba ser reacondicionado, especialmente para dale una salida al mar a Valencia, al tiempo que deberá ser por completo rehabilitado. Tal vez se trate de una reforma dolorosa en lo emocional por un bien mayor para la ciudad. La cuestión es salvar el Cabanyal de la degradación, sanearlo e integrarlo como parte viva de la ciudad. Quizá no consigamos recuperar su espíritu original, pero cuidando la estética de la prolongación y permitiendo una salida al mar a la ciudad, tal vez sus vecinos, sus comercios vean mejoradas sus condiciones de vida. De lo que estoy seguro es de que el Cabanyal sobrevivirá.
Por supuesto que discrepamos en muchas cosas y no somos quienes para poner punto final a una tradición tan aquilatada ... ;-)
ResponderEliminarPero el caso es que las evidencias que citas, que en su mayor parte comparto, no me llevan a las mismas conclusiones que a ti.
En primer lugar, posicionarme con las plataformas en defensa del Cabanyal no me pone del lado de la oposición municipal (al menos no de la del PSPV) que como bien dices tuvo un papel activo en que el barrio esté como está ahora mismo. Esos movimientos existían mucho antes de que les apoyase ese partido por puro oportunismo.
La cuestión es: ¿de verdad la prolongación de una gran avenida y la reurbanización forzada del barrio eliminan los problemas que le aquejan? Yo creía que éstos eran debidos a la falta de servicios públicos comunitarios, abandono policial y la permisividad con la que se trataban los casos de abandono del estado de los edificios (y de los solares) por parte de propietarios interesados en la venta especulativa de los mismos en contra de los derechos de los inquilinos. Y que todo ello, unido a la desaparición del tejido económico derivado del sector pesquero, había acarreado la progresiva pauperización tanto social como urbanística.
Del TSJ no quiero ni hablar (tampoco veía indicios de delito en el caso Gürtel, manda h... ), y de lo de la salida al mar de Valencia me pregunto qué significa eso (¿y la Avenida del Puerto o el Bulevar Serrería?).
Por supuesto admito que es una cuestión de enfoque, pero creo que el Cabanyal no mejorará con el cambio (al menos no la vida de los habitantes del Cabanyal); tan solo cambiará. En el entorno de la prolongación proliferarán grandes torres como en la Avenida de Francia, el entorno de la Ciudad de las Ciencias o nuestra vieja conocida Avenida de las Cortes Valencianas. Toma ese ejemplo. ¿Cuántas personas viven EFECTIVAMENTE en esas torres?¿en qué sentido su mera construcción a afectado positivamente a la población de los barrios colindantes.
El Cabanyal no dejará de existir físicamete pero sí en espíritu. Será menos valenciano y más comercial/turístico, que es de lo que me quejo, mas pijo, mas falso. La vida de sus habitantes no habrá mejorado. Simplemente habrán vendido sus casas y se habrán marchado a otro barrio, y en su lugar la "gente guapa" edificará sus chalets o se hará un "loft" de diseño (como de hecho ya está ocurriendo). Y la playa se llenará de fiestas "ibizencas" o "flower power" todo el año. Y de paso, una vez mas, el ayuntamientos (o sea, todos) se habrá endeudado un poco mas.
Me asombra el interés que tenemos los humanos en machacar lo poquito auténtico que nos queda para convertirlo en mas de lo mismo...Estamos consiguiendo que nuestras ciudades no se diferencien unas de otras, que pierdan el encanto y el alma que un día tuvieron y que las hacía únicas.
ResponderEliminarPara algunos, el Cabañal mejorará después de esto, para otros desaparecerá. Yo pienso que simplemente pasará a ser otra cosa totalmente diferente, peor para mi opinión, por supuesto, pero mejor para otros. Pero seamos realistas y no digamos que el Cabañal y sus gentes saldrán ganando con todo esto. Porque ni el Cabañal ni sus gentes seguirán allí. Y en mi modesta opinión, Valencia en absoluto saldrá ganando con todo esto.
Realmente no solo comparto la preocupación vertida en esta entrada, sino que valoro por fidedignos y carentes de hipocresía sus planteamientos. Desde luego que deben mirarse con lupa las actuaciones al respecto, y que solo es justificable la ampliación si mejora el estatus del barrio y de los vecinos, y que se debe velar por la integridad de todo el proceso.
ResponderEliminarSimplemente quería incidir en el hecho de que el Cabanyal dejó hace mucho tiempo de ser un barrio de pescadores, y que a veces, algunas ciudades y sus barrios, con el paso del tiempo, no pueden conservar su integridad por completo y se ven transformados irremisiblemente. Imágenes de redes y yuntas de bueyes son hermoso patrimonio de nuestro recuerdo, pero no de la realidad. Quizá lo mejor sería rehabilitar el barrio conservando íntegramente su imagen pasada, derribando cada casa desahuciada y levantando una nueva semejante a la anterior, o rehabilitando aquellas que fuera posible reformar, pero varias décadas nos contemplan de inacción y ausencia de interés o viabilidad económica que sufrague estas actuaciones. Debemos ser realistas. ¿Cuánto tiempo permaneció olvidado el Balneario de las Arenas? ¿En qué se ha convertido ahora? ¿Sería preferible verlo reducido a escombros?
Quien haya hecho algo por salvarlo de la ruina, por recuperarlo para el público en general puede criticar ahora en qué se ha convertido.
Sin obviar la gran ventaja urbanística para la ciudad al disponer de un corredor al mar que vertebre toda la zona este de la ciudad, la realidad es que el Cabanyal se está desangrando, que fue abandonado por todos y que esta puede ser una oportunidad para su rehabilitación, su integración en el pulso de la ciudad a la que indefectiblemente pertenece. En cualquie caso, estoy de acuerdo con gran parte de lo que defiende la entrada, cuyas opiniones son honestas y justificadas. Solo quería señalar que no lo son los intereses farisaicos de quienes contribuyeron a la degradación del barrio y ahora usan el Cabanyal como arma arrojadiza, una más para enfrentar a los valencianos.
Hombre Deckard, tampoco esperaba volver a ver yuntas de bueyes. Aparte del hecho de que la desaparición de los pescadores de Valencia es un hecho lamentable que tiene mucho que ver con la política municipal de los últimos decenios (luego atañe a los gobiernos tanto del PSPV como del PP) en relación al puerto y a los emisarios submarinos, la esencia marinera del barrio y su supervivencia como concepto urbanístico diferencial (es decir, no en el sentido de mera supervivencia física) dependen de su continuidad cultural. Es decir, de que aunque los habitantes de barrio ya no sean pescadores, sean sus descendientes y perpetúen su visión y su cultura.
ResponderEliminarPor eso, la mejor política de regeneración consistiría en facilitar la recuperación demográfica del barrio (ahora mismo muy envejecido) dotándolo de los servicios comunitarios y de la salubridad necesarios para que familias jóvenes con hijos decidiesen implantarse en él y, sobretodo, para que no tuviesen que irse de él los descendientes de los pescadores. O sea, políticas sociales y de vivienda, que además de todo son considerablemente menos agresivas para las maltrechas arcas municipales.
Así las yuntas de bueyes y las redes puestas a secar no volverán pero el barrio seguirá conservando su esencia y su encanto y dejará de ser un foco de marginación y delincuencia, que es de lo que se trata. Al menos para la Plataforma Vecinal de Defensa del Cabanyal (que por cierto sí que ha hecho, y mucho, por su barrio, al menos en la medida en que un movimiento vecinal puede hacer).
En cambio, te aseguro que ello no es el foco de la atención de nuestros principales representantes políticos, ni de unos ni de otros, que de intereses farisaicos andan bien sobrados AMBOS.
Para mi la Malvarosa es ese sitio donde de adolescente fuí con mi padre a comer "Anguila all´i pebre" (no se si se escribe así), mi padre se crió en Benifalló, de donde era su padre y aunque de muy joven se trasladaron a Madrid, mi sorpresa fue mayuscula un día que en las inmediaciones de Sueca, al bajarse del coche para hablar con un paisano lo hiceron en "Valenciá", cosa que a mis diez añitos nunca había visto, de repente mi padre tomo una nueva dimensión, y posteriormente en unos pocos viajes a la zona me enseñó algunas cosas, como esa playa y sus excelentes restaurantes. Mi impresión de entonces (hace quince o veinte años) era de abandono, la verdad es que no he vuelto desde entonces.
ResponderEliminar¡¡Collons, valencià tenies que ser, Joako!! :)
ResponderEliminarCuando tú visitaste la Malvarrosa por última vez (por la fecha que cuentas), la playa estaba en ruinas. Literalmente.
Muerto el tejido económico de la pesca, su sostén más importante, y abandonada por los sucesivos ayuntamientos, la Playa de la Malvarrosa quedó en un lamentable estado.
Justo entonces empezó el "boom" turístico en toda la costa, extendiéndose más allá de los nucleos tradicionales del mismo (como Cullera o Gandía) y alcanzando localidades que, por la proximidad de la capital y su puerto comercial, resultaban a priori poco apropiadas. Hasta que le llegó el turno a la propia Valencia. Se construyó/reformó el paseo marítimo y se saneó la playa. Desaparecieron los chiringuitos de la arena y se los retiró a zonas concretas insertas en el paseo, a mucha más distancia de la orilla. Se limpió la arena, se la dotó de servicios turísticos y hasta se ganó una Bandera Azul.
La playa ganó, qué duda cabe, respecto del estado de abandono que tú citas, pero nunca retornó esa playa viva que yo conocía de la infancia.
Ahora es una playa más o menos bonita, pulcra y ordenada (sin duda por el impulso de los intereses económicos del sector turístico, que si no al ayuntamiento le habría importado bien poco), pero se ha estandarizado, ha perdido autenticidad. ¿Es eso un verdadero problema? Bueno, no hay una respuesta objetiva a ello. Para mí si, quizás porque soy un sentimental, pero admito que muchos se sientan sorprendidos por ello. La mayoría te dirán que no, que es un pequeño precio para un bien mayor. Y no les falta razón. Es una cuestión de puntos de vista.
En lo que todos estaremos de acuerdo es en que desde luego su peor momento fue en el que te la encontraste hace veinte años.
P.D.: Eso si, los restaurantes hoy son muuucho peores y muuucho mas caros. En ese aspecto, la autenticidad si que importa. Una paella marinera es un asunto de la mayor importancia.