"Háblame, oh Musa, y cuéntame del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado la

sagrada ciudadela de Ilión, conoció las ciudades y el ingenio de innumerables gentes".

Homero
, Odisea, Canto I



viernes, 27 de agosto de 2010

Recuerdos del Cantábrico


Hace ya muchos años o un suspiro, cada cual que escoja su propia medida del tiempo, llegué hasta las costas del Gran Mar. Llegué con la mochila escasa de ropa (como siempre) y los ojos hambrientos de luz y de imágenes, compartiendo los pasos con mis amigos.

Compartimos un cocido montañés que aun hoy recuerdo asombrado, una carrera cuesta abajo y sin frenos en los lagos de Enol, un largo paseo en canoa por el Sella, la vieja y raída habitación de un albergue de Ribadesella que nos pareció un palacio, las cúpulas de una gran tormenta alzándose en la mañana sobre un mar en absoluta calma, una playa mutante bajo el abrazo de la inmensa marea, los negros cangrejos junto a la batiente, el color verde, los bosques brumosos, una carretera abandonada en la noche del páramo camino de Miranda de Ebro ... Pero sobre todo el azul infinito extendiéndose frente a nosotros en una brumosa mañana sobre los acantilados de la Costa de la Muerte.

El Mar, la curiosidad, el asombro, mis amigos ... ¿qué mas añadir?



Como Roy Batty, el Nexus-6 de Blade Runner (tú, Deckard, también estabas allí y recuerdas como yo cada brizna de hierba), " ... he visto cosas que vosotros nunca creeríais ..." Mis ojos se llenaron de todas esas imágenes que aun hoy permanecen frescas en el recuerdo y conforman una parte esencial del mosaico de mi vida. Aquel mar me impactó al enseñarme el sentido de lo inconcebible. Cambió mi alma con su bramido profundo y quedo.



Son apenas un par de royos de película, uno en color y otro en blanco y negro, todo lo que yo podía comprar con mi exiguos ingresos. Cada foto de ellos lleva mi alma cargada porque no había posibilidad de un segundo intento y tenía que capturar todo aquel asombro en apenas 48 instantáneas. Son pura intuición, puro dejarse llevar, sin técnica, sin conocimientos, sin experiencia, sin medios. Todo lo demás lo hizo mi vieja querida Pentax K1000 con su objetivo estándar de 50 mm a f:2, una cámara que compré de saldo y que me ha enseñado casi todo lo que sé (que no es mucho) de fotografía.

3 comentarios:

  1. ... cada brizna de hierba, cada ola, el baño en el Cantábrico que solo nosotros afrontamos, como en Donosti, el paseo por Santillana del Mar, la quesada de la que dimos cuenta allá en los lagos, el mirador de la Punta del Pozu, desde donde señalamos en la foto icnitas de dinosaurio...
    Unos cuantos veranos ya de aquel 97, en lucha hasta el final, el paso del tiempo que combate y a la vez cristaliza, mitifica, el recuerdo y la amistad.

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  2. El año pasado veraneé por allí, las fotos son preciosas.

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  3. Reunidos con Kike y familia en Moncofa, estuvimos el domingo viendo las fotos. Luke, Leia, Rachael, toda la camada de pequeños yedais de unos y otros, recordando el viaje, contándoles a los niños las anécdotas, los acantilados del Infierno, el descenso del Sella, los días luminosos, las grises tardes cantábricas... te envían un saludo.

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