"Háblame, oh Musa, y cuéntame del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado la

sagrada ciudadela de Ilión, conoció las ciudades y el ingenio de innumerables gentes".

Homero
, Odisea, Canto I



jueves, 22 de abril de 2010

La Niebla

Cuando el Sol se pone la tierra empieza a enfriarse rápidamente. Las rocas, la tierra, están hechas de materiales con una escasa capacidad para retener el calor; se calientan muy rápidamente al Sol directo e igualmente rápido se enfrían cuando éste desaparece.
Las nubes, opacas a la radiación térmica, cuando están presentes combaten el enfriamiento del suelo porque actúan como mantas al reflejar de nuevo hacia tierra la radiación que ésta emite hacia el cielo mientras se enfría. Su ausencia pronostica noches heladas.
El aire empieza a enfriarse por su capa más baja, la que está en inmediato contacto con el suelo, porque es un mal conductor del calor. A pocos metros sobre el suelo el aire está hasta varios grados más caliente que junto a tierra. Cuando hay viento, la turbulencia que provoca mezcla ambas capas de aire y reduce el enfriamiento de la inferior.


En las frías noches de invierno, cuando el cielo está despejado y el viento en calma, bajo la luz de hielo de las estrellas, el suelo se desangra de calor sin remedio. Entonces, si la humedad es suficiente, empiezan a formarse las nieblas.
El aire se espesa, se vuelve "sedoso" y adquiere extrañas cualidades acústicas. La profundidad óptica de algunas nieblas llega a ser tal que la visibilidad alcanza apenas unos pocos metros. Y son frías, muy frías. En conjunto, una niebla espesa es un fenómeno inquietante y cautivador.
Casi cualquier cosa que entre dentro del encuadre de la fotografía adquiere una dimensión extraña y diferente cuando se capta envuelta en niebla. Objetos que bajo la luz habitual son amables y tranquilos, bajo ella toman un aspecto estridente, siniestro, amenazador. Los árboles se vuelven fantasmas, los caminos son lineas de fuerza magnética, las ramas parecen osamentas abandonadas...
Sucede el extraño fenómeno de que la instantánea es capaz de captar un fenómeno acústico; el silencio expectante. Y uno térmico; el frío. La niebla es una de esas pocas cosas que se deja retratar: Hace más por la fotografía que el propio fotógrafo. Basta con no forzarla, con no tratar se doblegarla a nuestra voluntad, con no planificar, con no limitar lo que no entendemos.



Me detuve en el camino, y escuché. Disparé casi al azar pero podía sentir una irresistible atracción por el vacío que se escondía al fondo de las líneas que proyectaba la carretera. Si creyese en esas cosas, diría que en él se disimulaba una presencia. Pero no había miedo. Las minúsculas gotitas de rocío sobre las telas de araña velaban por mí.

3 comentarios:

  1. A ver, tio, las fotos estupendas. Esta frase, esta frase... "En las frías noches de invierno, cuando el cielo está despejado y el viento en calma, bajo la luz de hielo de las estrellas, el suelo se desangra de calor sin remedio"... ¡sublime! Al principio entraba en tu blog porque era el blog de un amigo. Ahora entro en él, no, voy a él, simplemente por su calidad, por el afan de ver si has publicado una nueva entrada. ¿Estaremos ante el nacimiento de una auténtica joya digital...?

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  2. Ufff!! ... Deckard, me abrumas. No soy orfebre, ni siquiera de las palabras, así que joya digital ...

    Pero me encanta que también los textos transmitan una parte de lo que pretendo.

    Va todo junto; no somos una sóla cosa ni podemos definirnos, siquiera empezar a hacerlo, con una sóla expresión. Dejamos entrever el alma con lo que decimos pero también con los silencios, con lo que mostramos, con lo que ocultamos, con lo que vemos y con lo que renunciamos a ver. No puedo decirlo todo con las fotografías.

    Me gustaría incluir en el blog algún relato corto (muy corto, ya sabés bien que yo solo soy bueno en las distancias cortas). A ver si va a ser buena idea y todo ...

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