"Háblame, oh Musa, y cuéntame del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado la
sagrada ciudadela de Ilión, conoció las ciudades y el ingenio de innumerables gentes".
Homero, Odisea, Canto I
martes, 9 de noviembre de 2010
El crepúsculo de medianoche
Como ya expliqué en otra entrada, el crepúsculo, en sentido astronómico, empieza con la puesta de Sol y acaba cuando éste se encuentra a 18º bajo el horizonte. Suele durar entre una hora y hora y media, dependiendo de la época del año.
A partir de ese momento se habla de noche cerrada. O se hablaba, en el pasado. O en otros parajes, lejanos y recónditos, donde la mano del hombre apenas alcanza. Porque en realidad, por aquí, el crepúsculo permanece durante toda la noche.
Un crepúsculo rojo anaranjado, de horizonte en llamas, infernal. Similar al que se puede ver mas allá del círculo polar ártico (y del antártico, claro) durante los mediodías nocturnos de invierno. Solo que es un crepúsculo que nos hemos inventado nosotros y que alimentamos sin cesar con nuestra enfermiza obsesión de recrear el día en la noche. Un crepúsculo presente incluso en los mejores cielos de la península.
Cuando era niño pasaba horas enteras de la noche sentado en el balcón de mi casa contemplando las estrellas. Acompañado de un planisferio de cartón saltaba de estrella en estrella tratando de memorizar las constelaciones y buscando el límite de lo que mi ojo podía percibir. Aprendí a encontrar la Polar de un solo vistazo, a distinguir los planetas de las estrellas, a atisbar la tenue nebulosidad de la galaxia de Andrómeda o de la Espada de Orión. Y no era sencillo porque ya entonces, hace mas de veinticinco años, los cielos de mi ciudad eran unos de los mas contaminados de luz de España.
Entonces, inesperadamente, como todos los buenos regalos de esta vida, llegó el gran apagón. Me pilló sentado en el balcón, aterido de frío y concentrado en mi tarea. Y fue como ver encenderse un gran árbol de navidad. Solo que el árbol era el cielo entero.
Hasta ese día nunca había sabido lo negra que es la noche en realidad ni la inmensa cantidad de estrellas que la abarrotan. Fue tal la explosión que perdí toda referencia y no era capaz de distinguir las constelaciones, naufragadas las estrellas guía en ese ingente torrente de luminarias. Fui feliz hasta que volvió la luz una hora y pico después. Luego bajó el telón y nunca ha vuelto a levantarse.
Desde ese día solo en muy contadas ocasiones he vuelto a ver un cielo así. Ante la indiferencia de la mayoría, los cielos cada vez son mas anaranjados y planos. Nos han secuestrado a las estrellas delante de nuestras narices. Y me pregunto si somos realmente conscientes de lo mucho que hemos perdido con ello.
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Al menos los CCD tienen sensibilidad suficiente para dejarnos ver lo que nuestras retinas no pueden.
ResponderEliminarLo sé, es poco consuelo para tanta pérdida, pero peor sería no poder fotografiarlas.
La gente no es consciente de la pérdida porque la mayoría no han visto nunca un cielo realmente bueno. Más apagones tendría que haber.
ResponderEliminarBienvenido a mi blog Ercanito. Y sí, es poco consuelo ... No obstante, yo creo que tarde o temprano las estrellas recuperarán su trono, mas que nada porque nuestra cultura de derroche empieza a no dar mas de sí.
ResponderEliminarJordi, estoy de acuerdo contigo pero también veo a mucha gente a la que todo eso le importa un pito. Vivimos en una sociedad que cada día sabe apreciar menos la belleza de tan obsesionada que está con el espectáculo.
Por cierto, ¿alguno tiene unos buenos alicates? Lo digo por cortar un cablecito o dos en una subestación de aquí al lado ... Inocentemente, de buen rollito, claro.
Que bueno lo del apagón !
ResponderEliminarExcelente reflexión sobre los cielos contaminados y los horizontes rojos.
ResponderEliminarte respondo a tu pregunta; es un 8 mm SAMYANG
un placer slaudarte!!
Pues yo no tengo tan claro que el poder fagocitador del capitalismo hiperbólico esté saciado o haya tocado techo. Más bien pienso que esté pausado, como esperando otros tiempos, aunque honestamente, espero estar muy equivocado.
ResponderEliminarGracias por la acogida.
Siempre nos quedará la esperanza de que una tormenta solar llegue con fuerza y mande al carajo todo aparato eléctrico, las noches serían como deben ser, oscuras.
ResponderEliminarUn momento, también irían al carajo nuestras cámaras digitales? Uy, pues que no llegue con tanta fuerza...
Friko, ¿no vivieron ustedes uno parecido (creo) en Barcelona no hace tanto?
ResponderEliminarXavi, el placer es mio. ¿Y qué tal el Samyang?. Yo hace años tuve un zoom tele de esa marca y era una auténtica patraña.
Ercanito, yo me refería a una paralización involuntaria. Y créeme; está mas cerca de lo que parece. Pero ese es tema de otra entrada, mas adelante ...
Ars, sí, mejor nos pensamos lo de la tormenta solar que tienden a no discriminar churras de merinas. Yo sigo prefiriendo lo de los alicates de toda la vida ...
yo iba a por el Nikon....pero su coste es astrofísico, nunca mejor dicho...Así que me quedé con este,la optica no es para echar cohetes, pero la relación calidad precio es correcta..
ResponderEliminarno se si te respondo...
no lo somos
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