"Háblame, oh Musa, y cuéntame del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado la

sagrada ciudadela de Ilión, conoció las ciudades y el ingenio de innumerables gentes".

Homero
, Odisea, Canto I



jueves, 24 de enero de 2013

El Golfo



Costa occidental de la isla de El Hierro, vista desde las alturas del Mirador de La Peña.

Yo viví ahí abajo, de prestado del volcán ...

El Golfo es un gran semicirculo de acantilados escarpados y altísimos (en algunos puntos se superan los 1000 metros de caída libre ... ) que rodea una estrecha franja de llanura junto al mar. En su centro se sitúa el municipio de Frontera, el segundo más importante de los tres de la isla, así como la mayor parte de las plantaciones de plataneras y frutas tropicales. Es una zona rica y fértil, de clima maravilloso en el que nunca es invierno.

Pero también es el producto de un colosal corrimiento de tierras que arrojó al mar un inmenso bocado de la isla (probablemente alrededor de un 20 a 25% de la misma). Toda su llanura costera es un gran amasijo de enormes rocas volcánicas negras y ceniza, todo fragmentado y triturado. En los balcones de su anfiteatro de acantilados todavía son habituales los pequeños (o, en ocasiones, no tanto) desprendimientos y corrimientos. Sin ir más lejos, yo vivía en una calle que se llamaba "Los cantos" y no lo era precisamente por ningún género lírico canario ...

Pasear por esos impresionantes senderos era como hacerlo por los restos de una ciudad destrozada por un atroz bombardeo. Es el recordatorio de la inmensidad de las fuerzas de la Tierra y lo poco que podemos hacer contra ellas. Y pese a todo, de la inconsciencia con la que edificamos nuestras vidas sobre las temibles fauces de la bestia; algún día, una nueva ola de erupciones, quizás algún terremoto de cierta magnitud, y otro gran cacho de isla se precipitará al mar produciendo un debastador tsunami que arrasará las costas de América o África. Solo es cuestión de tiempo, como para la isla de La Palma, no lejos, al norte.

Al fin y al cabo, no somos más que una mota de polvo pasajera sobre la faz de nuestro planeta.


3 comentarios:

  1. Polvo de estrellas que decía aquel.

    Una gran vista a lomos del volcán.

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    1. A veces hubiese querido incluso fusionarme físicamente con las rocas y simplemente contemplar y escuchar. Existen pocos lugares como ése.

      Un gran abrazo, Goyo.

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