"Háblame, oh Musa, y cuéntame del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado la
sagrada ciudadela de Ilión, conoció las ciudades y el ingenio de innumerables gentes".
Homero, Odisea, Canto I
miércoles, 30 de marzo de 2011
Estoy muy ocupado ...
Hace casi un mes de mi última entrada. Pero es que no he podido dedicarle mas tiempo. Estoy embarcado en profundos proyectos; uno que ya contaré si consigo sacarlo adelante (y que me consume grandes cantidades de tiempo entre libros y ordenadores); otro que es recuperar el mundo y encontrar sus rincones sagrados; y el tercero, el mayor, ser padre de David.
De un tiempo a esta parte estoy empezando, en cierto modo, a dejar languidecer este blog. No es una decisión consciente, deliberada, sino un cúmulo de situaciones y convergencias que se están dando en torno a mí.
Diversas conmociones y vivencias, un mundo entre la crisis y la catarsis, la cercanía de una de esas bisagras de la vida, ... Es uno de esos momentos en los que surgen los grandes cambios y que sean grandes revoluciones o grandes desastres es apenas cuestión de pequeños detalles. Yo he decidido afrontarlo como la gestación de algo importante. Y por eso trato de concentrarme en lo realmente importante; sentir la magia eterna del mundo y mostrársela a David, el mayor regalo que nunca he recibido.
De un tiempo a esta parte cada vez ocupa una parcela mas grande de mis días y aun mas desearía que fuese, porque a veces me entran ganas de lanzarme a la aventura, montarnos en el coche he irnos a recorrer y disfrutar el mundo. Y eso, que muchos calificarían de ocio, es una ocupación: la ocupación mas importante del mundo.
P.D.: Ya sé que no estoy muy inspirado en el texto pero es que, ustedes me perdonarán, tengo la cabeza en otras partes ...
domingo, 6 de marzo de 2011
La noche del Meteorólogo
A cierta hora de la madrugada el cuerpo, harto de esperar dormirse, termina por olvidarse del sueño. Se entra entonces en un estado paradójico en el que no acertamos a encajar la hora en la que nos encontramos con el estado de alerta de nuestro cerebro. Es la peor hora para los insomnes, cuando ahuyentado el sueño la lucha por dormir pierde toda esperanza, ese tiempo atroz en el que el tiempo parece no avanzar y la noche se hace eterna. Pero es muy distinto para quienes velamos por obligación.
Para el Meteorólogo en un aeropuerto, es un extraño momento. Alerta el cerebro, silencioso y suspendido el mundo entero a tu alrededor, en medio de la hora bruja, es un tiempo de inspiración y creatividad si sabes dejarte llevar. Es un tiempo para revelaciones en el que todo parece fluir con una facilidad asombrosa. No sé muy bien cómo explicarlo: es un momento en el que cualquier cosa que intentes te sale sin esfuerzo.
A veces me pasa, y aunque sea una animalada pasar 24 horas seguidas sin hechar ni una mala cabezada (que son mas en mi caso, casi 40, por el horario al que se produce el relevo de turno y por el largo viaje que he de hacer desde mi casa hasta el aeropuerto), es casi irresistible la tentación de ver el entero circular de los astros y del mundo por ese habitualmente oculto devenir que se da entre ocaso y alba. Es un momento en el que pruebo cualquier cosa que se me ocurra porque me siento dueño absoluto de mi tiempo, algo que fuera de esas ocasiones es siempre, para todos, relativo. Pero entonces no pasa nada; la diferencia entre un cuarto de hora y tres horas es apenas un matiz insignificante. Te puedes tomar tu tiempo, incluso disfrutarlo, regodearte en la parsimonia, detenerte a contemplar, probar las veces que haga falta.
A las seis recojo todo, porque el mundo vuelve a ponerse en marcha y mi reinado absoluto toca a su fin. Y entonces un último e inesperado regalo; la conjunción de la Luna, en delgado menguante, y Venus espléndido (o espléndida, ya que antes fue diosa que planeta), unidas en el alba.
A todo esto, el amigo Unsui fue mas rápido y ya dejó constancia del evento esa misma mañana ...
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